11.7.11
Recientemente nos ha dejado otro compañero, antiguo asesor de Afinsa, muy querido por aquellos que le conocieron. Esta carta, que traslado a esta sección "De nuestros lectores", está escrita en su memoria.
Mira que eres Iñaki, te marchas así, a la carrera, sin avisar. Con la prisa de quien tiene muy claro dónde quiere ir, o, si me apuras, aún mejor de quien sabe muy bien dónde no quiere estar. Pero que quieres que te diga, por muy de Bilbao que se sea –y tú eres muy, pero que muy de Bilbao- podías haber esperado un poco , aunque no fuera más que por ver en que devenía todo este tema de nuestra querida Afinsa.
Porque dicen las malas lenguas que está a punto de pasar algo importante, si bien tras cinco años de escucharlas un día sí y otro también toda clase de embustes y patrañas, el nivel de escepticismo de uno es tan grande que ya no espero nada (Y ASI SEA que diría Oriana Fallaci). Pero ahora que ya no estás , qué importa lo que haya de ocurrir. Sobre todo cuando ha sido tanto el daño y el dolor causado que treinta vidas que tuvieran , no serían suficientes para que ellos, todos y cada uno de los causantes de esta gran tragedia, purgaran con suficiencia su delito.
Y cuando hablo de vida soy radicalmente injusto en la comparación, pues la tuya, ésta que acabas de dejar, en cuanto plena, noble y alegre si merece tal apelativo, mientras, por el contrario, la suya, no creo que deba tildarse – y eso siendo generoso- más allá de mera existencia como la de cualquier otra especie, básicamente de alimañas y carroñeros, que pueblan este mundo.
Nos conocíamos bien, Iñaki, desde mediados de los ochenta del pasado siglo en que te impartí el primer curso de acceso a nuestra empresa hasta…(increíble, no me puedo hace r a la idea de que ni siquiera puedo decir hasta hoy, sencillamente porque hoy, para ti, ya no existe) fueron muchos y buenos los momentos pasados juntos y si bien también los hubieron malos, fueron los menos. Mucho trabajo, mucha entrega, mucha fe y mucho cariño a nuestros clientes, en su mayoría parientes y amigos, para que ahora se nos otorgue el deshonroso título de estafadores. Ya lo ves, como si tú y yo no formáramos también parte de esas miles de personas que confiaron en las expectativas de revalorización de los tangibles de colección.
Y a fe que fue cierto y bonito y bueno . Por mucho que se empeñen eso no podrán quitárnoslo, tal vez sí lo hayan hecho con todo lo demás pero recuerda aquel viejo adagio de “una sola cosa te será contada y es tu obra bien hecha”. Con esa no podrán pues es la VERDAD. Siempre recordaré tu saludo inicial, aquel ¿cómo estás, “amigo mío”? pues era ese posesivo el que daba valor realmente al amigo. Y como amigo tuyo te escribo hoy, entre el dolor, la rabia y hasta la incredulidad de que ya no estás con nosotros.
Los creyentes y los militares interpretan un himno titulado “La Muerte no es El Final” , tal vez en estos momentos sirva de relativo consuelo, pero lo que si puedo garantizarte es que tu final sólo es el principio de algo que ha de llegar y que será infinitamente mejor. Te lo debemos, se lo debemos a tu hija y a los tuyos, a todos los nuestros, nos lo debemos a nosotros mismos.
Tú descansa en paz, amigo mío, que los que aquí seguimos no lo haremos en tanto no se nos restituya todo aquello que nos han arrebatado. Sólo entonces, cuando ese día llegue, que llegará, volveremos a sonreír con la franqueza que tú siempre lo hiciste. Hasta siempre.
VICENTE.
Lo siento mucho IÑAKI..Siempre te he recordado y te recordaré. Aquellos seminarios que compartimos en Los Angeles, orgullosos de pertenecer a esa gran familia, que formábamos todos. Bueno por una parte has dejado de sufrir tanta insidia.
ResponderEliminarPara tu familia decirles que han tenido mucha suerte en poder compartirte y se deben sentir muy orgullosos. Muchos besos de una compañera de Pozuelo.
Ana Mª Aguado