No ha comenzado bien el 2016.

Queridos amigos: el comienzo del año no ha podido ser peor para algunas personas. Conocer la marcha de nuestro compañero Felipe Peña, ha supuesto un mazazo. No podemos imaginar el tremendo dolor de su familia, ni frase alguna que contribuya a mitigar el horror que están viviendo,  pero le trasladamos desde estas páginas todo nuestro afecto, y nuestra comprensión, simplemente por lo que en ello vale y por lo que para ellos pudiera significar, para acompañarles en su duelo.

Perder a una persona de nuestro colectivo siempre es terrible, pero si las causas de su marcha van acompañadas, además, de circunstancias tan dramáticas como las que rodean la muerte de Felipe, el asunto adquiere unos matices tremendos y una dimensión que se escapa de todo cuanto podamos imaginar

Con situaciones como estas se aviva nuestro dolor, y también nuestra rabia por la tremenda injusticia que se ha cometido contra el colectivo.  Para algunos, se reaviva el deseo de culpar a quienes nos han conducido a esta situación, desechando al mismo tiempo cualquier posibilidad de considerar que finalmente se haga justicia. Para otros, ese dolor va acompañado de profunda indignación, pero también de confianza en que, finalmente, este asunto llegue a su fin, y se resuelva, por vía de Justicia y como debe ser, aunque somos muy conscientes de que el pronunciamiento siempre llegará tarde y que nadie podrá resarcirnos ya del daño que nos han causado porque no todo es cuestión dineraria. 

En este largo "vía crucis", de casi diez años, hemos dejado atrás demasiadas ilusiones, proyectos, felicidad, y muchos seres queridos, por hacer un breve resumen, al tiempo que se han abierto paso situaciones que  han llegado a minar, en función de cada cual, la armonía conyugal, la salud y el espíritu. 

Entre tanto,  la sociedad, la prensa, las instituciones, los políticos y -es muy cierto- también los jueces han permanecido impasibles ante este enorme drama, y se han limitado a mirar para otro lado. Eso ha generado situaciones de miedo, inseguridad, incredulidad, escepticismo y abandono de toda esperanza, entre otros muchos sentimientos, a cual más negativo, que pesan de manera extrema sobre demasiados perjudicados, en particular, como una losa, sobre el colectivo en general y como una nube  radiactiva, sobre todos, cuya toxicidad, consecuencia del bombazo que nos lanzaron, contamina y destruye todo aquello que pueda arrojar un atisbo de esperanza y de positivismo.

Con este escenario, cada vez resulta más difícil mantener la cabeza y la dignidad en alto para seguir peleando; nos puede demasiado la tristeza, el abatimiento, el dolor por las circunstancias, por la pérdida de quienes se van marchando...Pero tenemos que mantenernos firmes. No podemos ahogar nuestras vidas con el vertido que ellos lanzan sobre nosotros una y otra vez; ni siquiera con el dolor tremendo que produce tener conocimiento -y/o sufrir en primera persona- por la pérdida de un ser querido. Precisamente por ellos, por quienes nos han dejado, debemos seguir luchando más unidos y fuertes que nunca; no desmoralizarnos. Se lo debemos a ellos, se lo debemos a quienes les suceden y nos lo debemos a nosotros mismos.

Esta es una tremenda prueba, amigos, que cada uno de nosotros está viviendo, de manera privativa, a su manera. La "prueba" es la que es; la interpretación de como la vivimos, le corresponde a cada cual, siempre, naturalmente, en función de sus circunstancias personales. Dicho esto, incluso en las circunstancias personales más terribles, podemos optar por vivirla desde la lucha, en la medida en que cada uno podamos hacerlo, sin caer en la desesperación, en la tristeza, en el abatimiento y en la negatividad, porque eso es, además y entre otras cosas, lo que ellos quieren: ver cómo abandonamos y tiramos la toalla, como se evapora y de desaparece nuestra energía. Y eso, amigos míos, no debemos concedérselo jamás.

Respetemos los sentimientos, sensaciones, vivencias y decisiones de cada uno, porque, ¿quién es nadie para juzgar?, pero hagamos todo lo posible por mantener encendida una llama de esperanza, no tanto porque seamos ingenuos, como ya os comentaba en otro post, sino porque es de Justicia que así sea.

Podría deciros mil cosas más en esta entrada, pero lo único que resuena en mis oídos, para trasladaros al ordenador en forma de mensajes, es "resistid"... "aguantad"..."todo se va a solucionar"... aún corriendo el riesgo de que ello os irrite a algunos, pero....

En fin....¡Es todo tan tremendo, que ni siquiera sé cómo terminar!.  

Cuidaos mucho y no caigáis en la desesperación. 

Os quiero.

Mila.