"Lo único que no puedes quitarme es la forma en que decido responder a lo que me haces. La última de las libertades es elegir mi actitud personal en cualquier circunstancia"
(Viktor Frankle)
"Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos desafían a cambiar nosotros mismos"
(Viktor Frankle)
Dan pie a esta entrada dos citas de quien se vio privado de libertad durante años y sufrió, como prisionero, los horrores del campo de concentración de Auschwitz. Salvando las tremendas distancias que separan la situación en la que se encuentran medio millón de familias expoliadas en 2006 por orden directa del entonces gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y de quién sufrió y compartió con miles los horrores infringidos por los criminales nazis, siempre he pensado desde que nos intervinieron, hace once años ya, que ambas situaciones tienen un cierto paralelismo entre si. No en vano quienes hemos sufrido la brutal intervención de Afinsa y Fórum, a golpe de subfusil y con ladridos de perros policía como música de fondo -algunos ecos nazis resuenan en lo anterior- llevamos once años "prisioneros" en un "corralito" patrimonial con implicaciones y derivaciones político financieras que ha traído a nuestras vidas más daño, ruina, sufrimiento y desesperación del que jamás hubiéramos podido imaginar. (*)
Durante estos interminables meses hemos intentado encontrar sentido a nuestro sufrimiento. Nos hemos preguntado miles de veces por qué se intervinieron estas empresas, por qué nos han arruinado y castigado de esta manera y quién ha salido favorecido con tamaña canallada, mortificándonos con las respuestas una y otra vez, indignándonos de manera progresiva, porque con el paso del tiempo hemos tomado conciencia de la extraordinaria magnitud del problema que ahora supone solucionar las irresponsables cuando no ilícitas actuaciones puestas en marcha por un gobierno intervencionista, inmisericorde y taimado, que vaya usted a saber qué intereses espurios favoreció y que prebendas recibió a consecuencia de tan irregular intervención.
Pero, el sufrimiento deja de ser sufrimiento en el momento en el que uno toma verdadera conciencia de la situación en la que se encuentra y decide que lo único que nadie puede quitarle, jamás, es la manera en que decide responder a aquello que le hacen; que la verdadera libertad del individuo consiste en elegir la actitud de como quiere vivir su propia vida, en cualquier circunstancia. Así, cuando ya nos damos cuenta de que no somos capaces de cambiar una situación, porque las decisiones y el rumbo de los acontecimientos están en manos de otros y por lo tanto fuera de nuestro ámbito de control, el desafío que se nos presenta es cambiar la manera de actuar nosotros mismos.
Y ha sido desde este cambio de actitud, desde ese tomar el control de los actos propios, que un grupo de personas perjudicadas por la intervención de las filatélicas han decidido ponerse en huelga de hambre indefinida como protesta por una situación que ya dura demasiado tiempo y a la que, a corto plazo, no le ven ninguna solución. Piden ser recibidos por el Gobierno, que les escuchen, que se conozca y se haga público el trasunto que esconde la intervención y que desde las altas instancias gubernamentales tomen cartas en un asunto que ellos, los Populares, no propiciaron, pero que se les pudre y escapa de entre las manos, inevitablemente, cada día un poco más. Est@s compañer@s en huelga de hambre exigen que se conozca la verdad, que se haga justicia y que se restituya el patrimonio que en su día les fue -y nos fue- expoliado. Ese es el orden. No exigen que el gobierno y los contribuyentes paguen los "platos rotos" de una estafa, sencillamente porque no existe tal. La orden de intervenir judicialmente las filatélicas, clausurando ambas compañías y expoliando con ello el patrimonio de sus clientes, obedeció al mandato expreso del propio Gobierno Socialista, según queda acreditado en un documento de la propia Ejecutiva del Partido, circulado tan solo diez días después de haber tenido lugar la intervención.
Aceptando, en términos generales, que todos aquellos políticos decentes y conscientes de la responsabilidad que tienen con los ciudadanos a quienes representan, siempre podrán mirarse al espejo sin perder con ello un ápice de dignidad pese a la situación del momento, tenemos que ayer, tres de esos políticos -de partidos diferentes- se acercaron al lugar en el que los huelguistas han acampado para mostrarles con ese gesto su cariño, comprensión y solidaridad. A los tres, gracias.
Ninguno de ellos pertenecía al partido interventor causante de nuestro expolio, nuestra ruina y nuestra desgracia. ¿Para qué van ellos a desplazarse hasta los expoliados? ¿Para qué solidarizarse? ¿Para qué trasladarles, como hicieron otros, el compromiso de que se emplearán a fondo en encontrar una solución para este tremendo descalabro? Si por ellos fuera, lo que ya han destrozado y dejado en un estado calamitoso únicamente debería ir a peor. Y si en el proceso nos morimos todos los clientes, porque la tragedia finalmente se nos lleva a todos por delante, pues mejor. Les va mucho en ello. No interesa, para nada, que se conozca toda la verdad. Capa sobre capa de mentiras han creado durante años un monstruoso dogma que ha penetrado hasta la médula de la opinión pública: el de la estafa, valiéndose para ello de todas las terminales mediáticas y cuantos instrumentos y apoyos institucionales, administrativos, judiciales y Asociaciones de Consumidores pesebreras y subvencionadas por ellos, tenían a su disposición. Dar marcha atrás de todo lo actuado, reconocer que se equivocaron, que lo que hicieron y propiciaron fue un tremendo error, supondría para ellos un horror. Su escapismo, sin embargo, es más que inútil porque el histórico del PSOE cargará para siempre con la decisión que algunos tomaron hace once años. Evadirse y alejarse del problema no hace otra cosa que evidenciar y acentuar todo el daño y maldad que llevó aparejada su acción.
Nuestros compañeros inician hoy su segundo día de huelga. A pesar de las tremendas condiciones en las que se les está obligando a pernoctar -a cielo raso- a causa del desmantelamiento ordenado por la policía municipal, y que sus condiciones físicas tales como la falta de sueño, el ayuno y el cansancio irán a peor y terminaran por hacer mella en ellos, se puede adivinar su determinación de llegar hasta el final en su gesto de no abandonar ayer el "campamento" a pesar de haberles privado de las mínimas "comodidades" de las que disponían para aliviar, en lo posible, el impacto y sufrimiento de la huelga que acaban de iniciar. (No quedan lejos en el recuerdo aquellos días del famoso 15-M, en los que miles de personas se concentraron en la Puerta del Sol para protestar, sin que nadie les "desmantelase", dejando tras de si toneladas de basura, cuando finalmente, después de varias semanas de "acampada", se ejecutó la orden de evacuar).
El potencial humano, la fuerza y determinación de nuestros compañeros en huelga de hambre pueden conseguir transformar una tragedia, que afecta a cientos de miles de compañeros más, en un triunfo personal que revierta una situación a la que nuestro Gobierno, heredero involuntario de la flagrante ignominia de su predecesor socialista, debe poner punto y final ¡YA!.
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(*) Carta escrita en noviembre de 2006, con relación al procedimiento Afinsa, y entregada posteriormente en mano a su señoría el juez D. Santiago Pedraz. La traigo a colación, en la entrada del día de hoy, porque ya en 2006 se vislumbraba el horizonte de desesperación que se abría ante nosotros.
En la actualidad, la sentencia emitida por la Sala de lo Penal, derivada de la instrucción llevada a cabo por el juez Pedraz, se encuentra en fase de recurso de casación ante el Tribunal Supremo.
El texto que sigue a continuación bien podría haber sido escrito el día de hoy.
(El Saqueo de Afinsa: una intervención
político financiera de diseño- Editorial Punto Rojo - págs. 187-188 -
Todos los derechos reservados).
(...) Antes de traer su
contenido a estas páginas y ofrecérsela al lector, tal cual le fue entregada a su
Señoría, conviene aclarar que está inspirada en uno de mis autores de cabecera,
el psiquiatra y psicoterapeuta austriaco, Viktor Frankl, autor de “El hombre
en busca de sentido”, a cuyo texto me refiero para establecer un cierto
paralelismo entre la situación vivida por él y por cientos de miles de personas
más, todos ellos prisioneros del campo de concentración de Auswitchz, y la que
estamos —y continuamos—viviendo nosotros, 199.022 “prisioneros” de la intervención político
financiera de Afinsa. Cierto es que dicho paralelismo entre las dos situaciones
no deja de ser abismal, y por ello solicito la indulgencia del lector, pero no
es menos cierto que, recursos literarios aparte, hay una realidad terrible que
resulta innegable: miles de perjudicados, económicamente arruinados y
moralmente destrozados, somos víctimas de un procedimiento que sigue abierto. A
día de hoy continuamos estando retenidos, contra nuestra voluntad, en un “campo
de concentración jurídico”, que nos tiene atrapados en bucles jurídicos y en el
tiempo, sin viso alguno de punto final. (...)
Carta abierta a su Señoría el juez D.
Santiago Pedraz:
Señoría:
Hace unos
meses, su Señoría tuvo a bien recibir a unas personas afectadas por la
intervención judicial de Afinsa, en el llamado “Caso Atrio”, aún pendiente de resolver.
A instancias de las preguntas efectuadas por estas personas con respecto a la
marcha del proceso de Afinsa, usted, Señoría, respondió que: “está comprometido
en acelerar los trámites para que en el “menor tiempo posible” se llegue a la
resolución del caso”. Permítame, Señor Juez, que, a título personal, comparta con
usted mi inquietud frente a esta respuesta, le traslade algunas de mis
reflexiones y le plantee algunas preguntas: ¿Acelerar los trámites? ¿Qué
entiende Usted, Señoría, por “acelerar” los trámites? ¿Cuál es su medida del
tiempo? ¿Cuál es su urgencia para solucionar nuestro problema? ¿Sabe acaso
Usted cuál es la nuestra? ¿Confluyen ambas?
Veamos,
Sr. Juez, creo que en realidad usted y nosotros, los afectados, estamos en
diferente “longitud de onda”. Su horizonte temporal, Señoría, es muy
diferente al nuestro. Usted no ha vivido los veinte meses transcurridos desde
la intervención como los hemos vivido nosotros. Se lo digo, Señoría, con toda
seguridad, y desde el respeto. Para nosotros, esos veinte meses han sido parte
de nuestra vida, veinte meses de auténtico sufrimiento y desgaste que nadie nos
va a devolver. La intensidad vivida en ese tiempo pasado, y la que viviremos en
el que nos queda por delante, aporta una nueva dimensión humana a lo que, en
terminología jurídica, simplemente se denomina “trámite”.
Aquí nos
tiene a 192.000 personas pendientes de una “dinámica de aceleración” en nuestro
proceso, de que un día, de repente, se comprenda —por fin— que ya es el momento
de imprimirle agilidad a nuestro tema. Y entre tanto esto sucede, permítame que
comparta con Usted algunas de las reflexiones del Dr. Viktor Frankl con
respecto a las experiencias vividas como prisionero en el campo de concentración
de Auschwitz, de cara a lo que en un lugar como aquél, y para todos los
prisioneros, significaba “la espera”:
“[…] Al relatar o escribir sus
experiencias, todos los que pasaron por la experiencia de un campo de
concentración concuerdan en señalar que la influencia más deprimente de todas
era que el recluso no supiera cuánto tiempo iba a durar su encarcelamiento.
Nadie le dio nunca una fecha para la liberación (en nuestro campo ni siquiera
tenía sentido hablar de ello). En realidad, la duración no sólo era incierta,
sino ilimitada. Un renombrado investigador psicológico manifestó, en cierta ocasión,
que la vida en un campo de concentración podía denominarse “existencia
provisional”. Nosotros completaríamos la definición diciendo que es “una existencia
provisional cuya duración se desconoce.
[…] Al entrar en el campo, las
mentes de los prisioneros sufrían un cambio. Con el fin de la incertidumbre venía
la incertidumbre del fin. Era imposible prever cuándo y cómo terminaría aquella
existencia, en caso de tener “fin”. El vocablo latino “finis” tiene dos
significados: final y meta a alcanzar. El hombre que no podía ver el fin de su
“existencia provisional”, tampoco podía aspirar a una meta última en la vida.
Cesaba de vivir para el futuro en contraste con el hombre normal. Por
consiguiente, cambiaba toda la estructura de su vida íntima. Aparecían otros
signos de decadencia como los que conocemos de otros aspectos de la vida”. (Viktor
Frankl, “El hombre en busca de sentido”).
Señor
Juez, Señoría, ¿cuántos afectados por la intervención judicial y policial no
están ya entre nosotros porque entraron en un proceso de decadencia
absoluta, al no ver “el fin y la meta” de la experiencia que les
había tocado vivir? ¿Cuántos más prevé que pueden dejarnos, por la misma razón?
¿Cuándo, Señoría, podremos saber cuánto tiempo durará nuestro
“encarcelamiento”? ¿Hasta cuándo y cuánto cree usted que podemos resistir? ¿Qué
fecha aproximada prevé, según los plazos y el ritmo que marca la justicia, para
que se ponga fin a “nuestra existencia provisional”? Si no puede hoy, en el
presente, responder a estas preguntas, podríamos llegar a cuestionarnos que
usted esté en el convencimiento de que se va a poner fin a esta pesadilla en un
futuro próximo. Y nos cuestionamos también que, en realidad, pueda “acelerarse”
nada. Nosotros somos, por lo tanto, no sólo “prisioneros” de la intervención,
sino también de la administración de los
tiempos y de los plazos judiciales. Es mi deber informarle, Señoría, que muchos
“prisioneros” están al límite de su resistencia, moral y física; que ya no
pueden aguantar más tiempo.
Considere,
por último, que mientras se nos retiene a la fuerza, viviendo en la
provisionalidad de lo que está por venir, nuestras mentes acabarán sufriendo un
cambio. Para algunos será el fin. Para otros, representará un desafío. Para
muchos, lo peor está aún por llegar. Para una minoría, lo peor ya ha pasado.
Pero tanto a unos como a otros se nos ha hecho “prisioneros” por la fuerza, y
se nos está despojando del presente: Nos obligan a pensar en lo que fue nuestro
pasado, sin dejarnos ver claramente cuál va a ser nuestro futuro.
Señoría,
si realmente le importamos, dé nuestro caso por resuelto. No acelere, resuelva
y cierre. Sólo así podremos, por fin, dejar esta “existencia provisional”, que
nos está forzando a vivir en un auténtico estado vegetativo.
Atentamente suya,
María de los Milagros Hernán
Álvarez.
Afectada por la intervención de
Afinsa.
(El Saqueo de Afinsa: una intervención político financiera de diseño- Editorial Punto Rojo - págs. 187-188 - Todos los derechos reservados).
Mi mas profunda solidaridad, y agradecimiento, a los compañeros en huelga,desde la lejanía geográfica. Dicho esto,a ver,si alguna tv,se hace eco,del suceso,pues hasta ahora, no he visto, mención alguna por ninguna parte y es que se haga lo que se haga,seguimos siendo, los invisibles a no ser que, nos hagamos todos el arakiri,en la plaza mayor y aun así tengo mis dudas.Que mas podemos hacer?? Triste, triste....
ResponderEliminarComparto al 100% el contenido de esta entrada. Lo que han hecho con los afectados de Forum y Afinsa se acerca más a un acto de terrorismo o a un campo de concentración. Son 11 años totalmente tirados y sin solución pese a ver cómo poco a poco nos dan la razón seguimos en una pesadilla de la que no quieren despertar y ella misma ya cae por su propio peso. Tan difícil es aplicar la justicia en base a las pruebas? A que están esperando? A que nos vayamos muriendo uno a uno?
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