Las palabras del magistrado Pedraz, ¡excelente título para un best seller”! han levantado ampollas.
Encorsetadas en un auto, en exceso minucioso, y sin
necesidad alguna de haber sido citadas, no
son, en mi opinión, fruto de una incontinencia verbal del juez sino de
una manifiesta explosión de rabia y hartazgo ante los “marrones” que los políticos, de uno y otro signo, les largan a los jueces por no saber cumplir con sus obligaciones en el ámbito de la función pública y
porque el "idiotes hispánico" (1) está, en términos generales, corrompido hasta la médula.*