Hoy jueves 9 de mayo se cumplen siete años del mayor acto de terrorismo económico que se haya cometido en España contra la empresa privada -en toda la extensión de la palabra- y contra sus clientes y consumidores.
Por este motivo, a las 11 horas, Ausbanc celebrará
un acto al que convoca a todos los asociados y afectados de Forum y
Afinsa, para recordar a la opinión pública, políticos y nuevos
gobernantes que Ausbanc y sus representados no van a dar ni un paso
atrás hasta que se consiga recuperar su dinero y además resarcir los
daños que se han ocasionado por una decisión insólita, terrible y nunca
vista en un estado de derecho.
El lugar elegido para la celebración del mismo será, el
Monumento a la Constitución, sito en los Jardines del Museo de Ciencias
Naturales, en la confluencia de la calle Vitruvio y el Pº de la
Castellana de Madrid.
Todos aquellos que podáis acudir al Acto, hacedlo. Con ello estaréis reivindicando vuestros derechos, vulnerados y pisoteados, hasta decir ¡basta!, tanto por el anterior gobierno socialista, como por el actual gobierno Popular.
¡¡Allí nos vemos!!
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Recordando Tiempos Pasados
El patético presente en el que estamos, es consecuencia directa del rechazo de todas las oportunidades que en el pasado tuvimos.
26 Diciembre 2008
EL TIEMPO SE DETUVO
EN AFINSA
Una mañana de 2006 intervinieron AFINSA. Primer acto de una trama cuyo guión había comenzado a perfilarse meses atrás. Esta intervención ha sido para mí la lección de mi vida. Con ella he descubierto y aprendido demasiadas cosas. De los demás, he podido entrever lo mejor y lo peor del alma humana. De mi misma, comprobar el elevado precio que uno tiene que pagar, cuando decide aceptar un desafío.
Los acontecimientos cambian el destino de las personas; para hacerlo, cuentan con la ayuda de fechas que marcan un antes y un después en nuestras vidas. l nueve de mayo de dos mil seis es una de esas fechas. Miles de personas entre directivos, trabajadores y clientes de Afinsa, supimos ese día cuánto poder tiene un instante, para cortar de raíz los planes a futuro. Desde la incredulidad, y conteniendo la respiración, asistimos en tiempo real al espectáculo del asalto; ese que ya todos conocemos y cuyos detalles sigo recordando con precisión milimétrica.
El torbellino de nuestras emociones acompasó la secuencia de los hechos. Primero nos visitó el presente. Intervencionista. Desplegándose ante nuestros ojos, tomó posiciones desde primeras horas de la mañana. Aún tardaríamos en reaccionar. Lo haríamos después; cuando hiciera acto de presencia la inevitable y dolorosa toma de conciencia.
Con su llegada fuimos
violentamente proyectados hacia delante; arrojados en brazos de un futuro
nuevo, desconocido, que se abrió repentinamente ante nosotros mostrándose dolorosamente
incierto. Trabajo, dinero, ilusiones. Todo aquello que aportaba calor y certidumbre
a nuestras vidas, ya hacía rato que había saltado por los aires. Con el alma en un puño, comprendimos cuánto
acabábamos de perder. No solo nuestro
patrimonio. También nuestra seguridad. En
tan solo un instante. Y entonces, el
tiempo se detuvo.
No es fácil describir en unas cuantas líneas todo lo que era AFINSA. Podríamos resumirlo diciendo que fue una empresa pionera en el sector de Inversión en Bienes Tangibles y de Colección, de gestión impecable y fuerte cultura empresarial, orientada a la excelencia en el servicio a sus clientes. Diferente en muchos aspectos a la gran mayoría de las empresas de este país, Afinsa Bienes Tangibles, S.A., se había convertido en una excepción dentro de la mediocridad existente en lo relativo a modelos alternativos de inversión. Un reto en toda regla. Tanto es así, que su pujante modelo de negocio - ajustado a la legalidad entonces vigente, pese a que el juez Vaquer se haya pronunciado en sentido contrario -, terminaría por volverse contra ella. Por jugarle una mala pasada.
Con un ritmo de
crecimiento que podríamos calificar de exponencial y ocupando un lugar en la
lista de las 25 mejores empresas de España – por delante de la propia RENFE -,
comenzaba AFINSA a destacar demasiado. El
balance global de sus últimas cuentas de resultados: 1.891 millones de euros en
el año 2005, producía vértigo. Su
cartera de clientes, rondando los 190.000 cuando la intervinieron - y aumentando-
, se había convertido en objeto de deseo para los grandes de la banca. En una España tradicionalmente entregada a los
brazos del poder financiero dominante, esa carrera hacia el éxito debía tener
un coste. Y vaya si lo tuvo. La banca siempre gana.
Los días
transcurridos desde que el Partido Socialista acudiera en nuestra ayuda para
poner fin – según la versión oficial - a la gigantesca estafa, presentan una
extraña combinación de contrastes; brillantes en ocasiones y teñidos de claro
oscuro las más de las veces. A modo de
diminutas piezas de cristal de diferentes colores, nos mantienen rotando dentro
de un gigantesco calidoscopio – ya va para tres años - aquellos que vieron en
nosotros el juguete que debía satisfacer un miserable capricho egoísta. Si miramos en su interior con atención,
observamos una combinación cromática verdaderamente dispar: políticos,
magistrados, profesionales y autónomos de todos los ámbitos, estudiantes
universitarios, niños, jóvenes, jubilados, amas de casa, españoles,
portugueses... Hasta la Iglesia. A todos
nos han encajado en este juego de luces y sombras de manera perfecta. Todos,
cerca de 190.000, éramos clientes de Afinsa.
Quienes manejan la
pesada maquinaria de fabricar mentiras a gran escala, saben mejor que nadie que
el individuo, como tal, no presenta ningún problema. Que la verdadera rebelión contra la represión
puede llegar si las masas se organizan y se ponen en marcha gracias a una toma
de conciencia colectiva. Por eso lo
primero que hicieron desde el Gobierno fue dividirnos. Y después, aislarnos frente al resto de la
opinión pública.
Tanto éxito han tenido en su estrategia que, por increíble que parezca, hay quie todavía se auto proclama alineado con las tesis de la Fiscalía. Poco importa la ausencia de pruebas que demuestren, mediante la teoría de los hechos consumados, que lo que se escondía detrás de la actividad de AFINSA era realmente una estafa. Cierto es que estos “creyentes” constituyen una exigua minoría porque el tiempo trascurrido abre cada vez más interrogantes, pero ahí siguen; defendiendo lo indefendible. El asunto no tendría mayor importancia si no fuera porque algunos de ellos ocupan cargos “presidenciales” al frente de algunas plataformas y Asociaciones (oficiales y de las otras), que dicen defender los intereses de los perjudicados. Quienes llevamos meses intentando hacer llegar información al colectivo de afectados, sabemos bien el daño que estas personas pueden llegar a hacer. De lo que son (y de lo que han sido) capaces.
Tanto éxito han tenido en su estrategia que, por increíble que parezca, hay quie todavía se auto proclama alineado con las tesis de la Fiscalía. Poco importa la ausencia de pruebas que demuestren, mediante la teoría de los hechos consumados, que lo que se escondía detrás de la actividad de AFINSA era realmente una estafa. Cierto es que estos “creyentes” constituyen una exigua minoría porque el tiempo trascurrido abre cada vez más interrogantes, pero ahí siguen; defendiendo lo indefendible. El asunto no tendría mayor importancia si no fuera porque algunos de ellos ocupan cargos “presidenciales” al frente de algunas plataformas y Asociaciones (oficiales y de las otras), que dicen defender los intereses de los perjudicados. Quienes llevamos meses intentando hacer llegar información al colectivo de afectados, sabemos bien el daño que estas personas pueden llegar a hacer. De lo que son (y de lo que han sido) capaces.
Aunque a estas alturas resulte incomprensible su postura, tal vez algunos de ellos estén convencidos de que han sido víctimas de una estafa masiva y obren en consecuencia, pero otros no. El interés de estos últimos por propagar la gran mentira del Gobierno apunta hacia otra parte. ¿Disciplina de partido…? Tal vez. ¿Acuerdos económicos – o de otra índole - conseguidos bajo cuerda…? No sería descartable.
Mención aparte en toda esta historia merecen dos o tres, cuyo ego, inflado como una palomita de maíz, busca, mediante interminables escritos divulgados masivamente por correo electrónico, su momento de gloria y, de paso, sembrar la duda. Uno de ellos, trufado de ignorancia, se ha convertido en todo un clásico: del uno al treinta, los disparates que incorpora en un texto pomposamente titulado: “Sobre el Convenio de Afinsa y Plan de Viabilidad", no tienen desperdicio. Máxime cuando las treinta “consideraciones” con que pretende instruirnos, comienzan con una falaz tontería del siguiente calibre: Lo primero: hay que separar y distinguir entre el posible “Convenio de Acreedores de Afinsa”, de un posible “Plan de Viabilidad” para reflotar la empresa”. Sin comentarios.
Los que más se han significado desde el mismo día de la intervención, pululan por los foros. Pequeñas réplicas de los zánganos que liban de las prebendas generosas de terceros, cumplen a la perfección misiones especiales de provocación. Infiltrados como pústulas abiertas en las limitadas herramientas de comunicación que utilizan los afectados para comunicarse entre si – ¡gracias, Internet! -, se mantienen pacientemente a la espera, agazapados, para hincarnos el diente a la primera de cambio.
Quienes luchamos porque la verdad se abra paso, porque no se liquide AFINSA y se nos restituya lo que nos han robado, somos su objetivo favorito. Nos encontramos continuamente en su punto de mira. Resultan ridículos.
Son además unos soplones. Del propio Gobierno, de alguna que otra asociación oficial y de algunos despachos de abogados (por diferentes razones, especies protegidas todos ellos) y especialistas en despojar al ajeno de lo propio, a quienes fastidiaría enormemente que AFINSA no se liquidara.
Así las cosas, es fácil comprender que buena parte de la espontaneidad de la que nos gustaría hacer gala a algunos, quede bastante menguada y que la información que quisiéramos compartir con el resto del colectivo de afectados, tenga que ser, obligatoriamente, bastante limitada. Buen ejemplo de ello ha sido todo lo referente al contenido de la propuesta de Convenio de Acreedores que se va a presentar. Nada les hubiese gustado más a estos correveidile de tres al cuarto, que encontrarse con las páginas del texto abiertas de par en par. Para violentarlas.
Habrían tardado menos que nada, en montar toda una campaña de contra-información y falsedades para mancillar su contenido. La prueba de lo anterior está en los ridículos asertos con los que se empeñan en obsequiarnos continuamente: “Si ese Convenio sale adelante, será imposible reclamar al Estado; detrás del Convenio están los directivos imputados… y los antiguos trabajadores… Que salga adelante, obedece a sus intereses personales… nada les importan los clientes perjudicados… Nos pagarán en papeles… en participaciones… Existe un agujero patrimonial en la empresa que hace totalmente inviable reflotarla… este convenio es una trampa…” Para que seguir. Con estos y otros mimbres, tejen un día sí y otro también, su tela de araña para atrapar a algún que otro incauto despistado.
En momentos de cambio – y nadie pondría en duda que los nuestros lo han sido-, buscamos más que nunca el control y la información. Necesitamos estar rodeados de certidumbre, de coherencia, y tendemos a generar, cuando sentimos que algunos de estos factores escasean, una profunda desconfianza hacia todo lo que nos resulta ajeno.
Tal vez por eso, lo
que hemos ido consiguiendo con el trabajo realizado desde la mesa Pro-Convenio,
se ha conseguido con tremendas dificultades no exentas de incomprensión – e
incluso difamaciones - en demasiados momentos. Pero en la misma medida, hemos recibido muchos
apoyos y mucha ayuda por parte de quienes luchan tenaz y valientemente por la
solución de nuestro problema y apuestan igualmente, y de manera decidida, por
un Convenio. Con estos últimos me quedo.
Me libera su compañía, de tener que
aceptar que, en nuestro empeño, estamos unos cuantos terriblemente solos.
A tan solo unos días para que termine el año, no siento ninguna angustia por el pasado. En paz conmigo misma me encuentro preparada para el reto que nos presenta el 2009. Creo en el tiempo secuencial, ese que invita a complementar las experiencias pasadas con los recursos presentes, para poder alcanzar los objetivos de futuro, como fórmula que nos permite afirmar que, en ocasiones - se crea o no -, el pasado no es irrecuperable. La NUEVA AFINSA será "diferente" (tal y como dijera Heráclito, nada fluye dos veces por el mismo río), pero “será”.
En mi ámbito personal
de decisión está el diseñar acciones a futuro desechando el temor de que algo –
o alguien - las malogre. De intentarlo,
una y otra vez, hasta que se produzca esa apertura, ese instante mágico en que
algo sucede para que todo cambie
A día de hoy, sin pruebas que justifiquen el atropello, AFINSA continúa intervenida. Pero existe. Como existimos, salvo dolorosas excepciones, sus 190.000 clientes y sus antiguos trabajadores. Durante este paréntesis de la suspensión, que ya se hace interminable, una mezcla de los unos y de los otros, hemos tomado posiciones. Sin mirar ni un solo instante hacia atrás, salvo para aprender de los errores, decidimos en su día ponernos a trabajar por el resto del colectivo de perjudicados, tanto como por nosotros mismos. No quedarnos mano sobre mano. Nuestra filosofía de vida, carente de victimismo, nos ha llevado al punto en el que estamos.
A día de hoy, sin pruebas que justifiquen el atropello, AFINSA continúa intervenida. Pero existe. Como existimos, salvo dolorosas excepciones, sus 190.000 clientes y sus antiguos trabajadores. Durante este paréntesis de la suspensión, que ya se hace interminable, una mezcla de los unos y de los otros, hemos tomado posiciones. Sin mirar ni un solo instante hacia atrás, salvo para aprender de los errores, decidimos en su día ponernos a trabajar por el resto del colectivo de perjudicados, tanto como por nosotros mismos. No quedarnos mano sobre mano. Nuestra filosofía de vida, carente de victimismo, nos ha llevado al punto en el que estamos.
"Que nada exterior llegue a mandar en mi", dijo Walt Witman. Con la Ley en la mano, estamos decididos a conseguir que el status quo de las cosas cambie. A que el tiempo, que continúa detenido, se ponga nuevamente en marcha. Una vez conseguido el porcentaje de crédito necesario para su apoyo, presentaremos un Convenio de Acreedores. Irá apoyado por un número determinado de empresas convencidas de la viabilidad de la compañía, y se ajustará, escrupulosamente, a todo lo requerido por la propia Ley Concursal.
Sin ánimo de confundir nuestros deseos con la realidad, estamos cada vez más convencidos de que volverá a nosotros aquello que una mañana de mayo nos confiscaron a 190.000 ahorradores. Vamos a recuperar nuestro dinero.
Y a “reinventar” AFINSA.
Desde la Muralla, ¡¡seguiremos resistiendo!!